UNA SEMANA DE VACACIONES EN PORTUGAL (20-27 DE MAYO)
12/07/2018 Deixa un comentari
El 20 de mayo volamos a primera hora de la mañana hacia Lisboa para disfrutar de una semana de vacaciones con nuestros amigos y compañeros de Alcer recorriendo una parte de nuestro país vecino, Portugal.
Estuvimos alojados en un hotel en régimen de pensión completa en Estoril, conocida como la Riviera portuguesa, una villa con muchos kilómetros de costa y unas playas y paseos espectaculares.
Estoril fue antaño residencia de reyes y de la aristocracia europea y sigue siendo una villa muy exclusiva. Cuenta con el casino más grande de Europa, el cual se puede visitar de manera gratuita.
Desde Estoril hacíamos excursiones diarias para descubrir este maravilloso país que es Portugal. Los días que no había diálisis podíamos hacer desplazamientos largos durante todo el día, y los días con tratamiento de diálisis eran excursiones de medio día. Afortunadamente, las diálisis se hacían en un centro de Diaverum, a tan sólo 6 minutos en coche desde nuestro hotel.
El primer día llegamos muy pronto a Lisboa, teniendo en cuenta que, además, allí es una hora menos, con lo cual tuvimos toda la mañana para empezar a explorar Lisboa. Visitamos el parque de Eduardo VII, desde el cual se divisa las partes más modernas de la ciudad, un espacio tranquilo con más de 25 hectáreas con jardines y fuentes.
También pudimos pasear por el Parque de las Naciones, un espacio creado para la Exposición Universal de 1998, con arquitectura totalmente contemporánea a diferencia de otros barrios de Lisboa. Allí se puede pasear a orillas del río Tejo, se puede montar en teleférico para admirar el impresionante puente Vasco de Gama, el más largo de Europa sobre el nivel de mar, y cuenta también con zonas comerciales, de ocio y de restauración.
El Parque de las Naciones se caracteriza por su arquitectura inspirada en temas marítimos y marinos, con una línea arquitectónica marcada por las cúpulas de la Estación de Oriente, levantada por el archiconocido arquitecto español Santiago Calatrava. En esta zona conviven las áreas comerciales y residenciales más modernas de Lisboa.
Por la tarde nos dirigimos a Estoril para comer y para empezar la visita de esta villa tan señorial y distinguida, donde estaríamos alojados toda la semana.
Al día siguiente visitamos Cascais, una deliciosa población pesquera con muchos kilómetros de costa al igual que Estoril, pero más animada y pintoresca.
En Cascais hay que visitar la Boca do Inferno, una cueva formada por las olas del mar en su golpear contra las rocas. Su nombre se debe al tremendo impacto del oleaje contras las rocas cuya erosión provoca que se formen cavidades y grutas en el interior de las piedras.
Después de comer en nuestro hotel, nos regalaron con una visita al Cabo da Roca, no prevista en el programa, pero que amablemente nuestro guía y el chófer a petición popular nos regalaron. El Cabo da Roca es un bellísimo acantilado a 140 metros sobre el Atlántico, es el extremo más occidental de Europa. Desde su mirador hay una vista espectacular de la costa recortada sobre el oceáno, y un faro inaugurado en 1772, uno de los más antiguos de Portugal.
El miércoles tocaba un día largo, ya que nos desplazamos todo el día a Portugal, con la comida incluida en un restaurante típico para degustar el famoso bacallau com natas y otras delicias portuguesas.
En Lisboa visitamos la Sé (la Catedral), la Iglesia de Sta Maria , callejeamos por la plaza del Rossio, visitamos su famosa estación, la plaza de los Restauradores, la parte Baixa de la ciudad
También visitamos el barrio de Belém, imprescindible si viajas a Lisboa. Es un barrio a las afueras de Lisboa, a orillas del Tejo que alberga dos de las mayores obras de la arquitectura manuelina portuguesa: el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém. También es relevante el Monumento a los Descubridores, que honra aquella gloriosa época en que Portugal se convirtió en potencia mundial gracias a su comercio de ultramar. Fuera la Era de los Descubrimientos. El Monumento semeja la proa de un barco .
El Monasterio de los Jerónimos fue construido a principios del s. XVI para conmemorar el regreso del navegante Vasco da Gama de su expedición por la India. En él se puede visitar la Iglesia de Santa María de Belém que está al lado del Monasterio y es gratis, y su visita merece mucho la pena. En el monasterio lo más significativo es el claustro.
La Torre de Belém nació como una torre de defensa y ahora es un monumento nacional. Y, por supuesto, Belém también es famosa por su pasteis, unos pasteles de nata típicos que se pueden ver por toda la ciudad, pero que aquí tienen una receta especial que los hace únicos y que provoca largas colas de los turistas.
El jueves por la mañana nos dispusimos a visitar Sintra, muy cerca también de nuestro alojamiento en Estoril. Sintra es famoso, sobre todo, por el Palacio da Pena. Este palacio está ubicado en lo alto de una colina y es patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Es un palacio muy singular con diferentes estilos arquitectónicos que lo hacen único, está rodeado de un bosque y con unas vistas impresionantes
Se construyó sobre un antiguo convento jerónimo del año 1511 que estaba en ruinas. En 1838 el rey Fernando II adquirió este edificio y empezó primero a reformarlo y a continuación ampliarlo, según parece este hombre era una persona con unas ideas muy liberales artísticamente y un experto en arte lo que le llevo a plasmarlo en este Palacio, cogió lo más interesante de varios estilos arquitectónicos y ordenó mezclarlos en su construcción. Al final ha quedado un Palacio muy singular comparable según dicen por su simbolismo con el de Neuschwanstein (el castillo del rey Luis II de Baviera) en Alemania. Sea como fuere este Palacio rodeado de un bosque y con unas vistas impresionantes se puede ver desde cualquier punto de Sintra y su visita no dejara indiferente a nadie.
La entrada al recinto del propio Palacio se inicia cuando pasamos a través de lo que queda de la antigua muralla por una puerta con un arco intercalado dentro de otro arco con forma de herradura, esta puerta con clara influencia de la arquitectura islámica es llamada de la Alhambra por parecerse a la puerta de la Justicia de la Alhambra de Granada. Según se atraviesa se llega a un patio donde enfrente se sitúa un edificio con una tienda de regalos en su bajos y que eran las antiguas caballerizas.
El viernes tuvimos una agenda muy apretada, porque queríamos visitar muchos lugares y todos ellos interesantísimos. Afortunadamente, el sol brilló esplendorasamente y las visitas fueron de lo más agradable.
En primer lugar nos dirigimos a Mafra, cuyo Palacio y Convento Nacional es grandioso y monumental. Es imprescindible visitar la Biblioteca, realmente impresionante.
A continuación visitamos Sobreiro, famoso por sus cerámicas, donde José Franco se dedicó desde 1945 y durante muchos años a edificar una aldea en miniatura en la que no falta absolutamente de nada: tiendas, bares, panadería, escuela, casa de música, capilla, zapatero, barbero, molino. Pretende reflejar verdaderamente la vida de la gente portuguesa en los pasados años 40 y 50. Una visita muy agradable, y muy tranquila donde pudimos degustar el pao con chourizo, típico de la zona.
Seguimos viaje hasta Óbidos, una preciosa villa, ubicada al oeste del país, con orígenes en una ciudadela fortificada. Su nombre significa “ciudad amurallada” y fue un castro celtíbero. También hubo asentamientos fenicios. Durante el recorrido por Obidos se atraviesan diferentes épocas: celta, romana, visigoda, árabe por supuesto. Hay detalles medievales en sus callejuelas adoquinadas y sus antiguos muros de piedra.
Finalizamos nuestro periplo del día en Alcobaça, cuyo Montasterio de la Real Abadia de Santa Maria es Patrimonio de la Humanidad. Es uno de los más bellos testimonios de la arquitectura del cister en toda Europa y resulta, también, muy impresionante.
El sábado todavia nos dio tiempo de visitar la Costa Caparica, un conjunto de las mejores playas de Portugal, famosas por su extensión y su calidad. y acercarnos a Nazaré, un pueblo encantador con unas vistas impresionantes de sus playas. Allí en un agradable paseo pudimos descubrir el mercado, las viviendas típicas con sus patios, las plazas y calles con encanto para, finalmente, admirar sobre todo la bahía.
En Nazaré se mantienen tradiciones tan bonitas como el secado del pescado en plena playa. Si se va a Nazaré hay que subir a O Sitio, zona alta de la ciudad con un Mirador para ver las mejores vistas de las playas.
Como el domingo salíamos por la tarde, tuvimos toda la mañana libre para aprovechar aún otra visita más a Lisboa. A primera hora atravesamos el famosísimo puente 25 de abril, que se parece al Golden Gate de San Francisco, para ver el Cristo Rei, escultura inspirada en el Cristo de Río de Janeiro cuando en 1934 el cardenal de Lisboa visitó la que en ese momento era capital brasileña y quedó sobrecogido por la espectacular imagen. No obstante, la idea tardó en materializarse 25 años debido a que se tardó mucho tiempo en recaudar los fondos necesarios. El monumento fue inaugurado por fin el 17 de mayo de 1959 y se convirtió en símbolo de la gratitud del pueblo portugués porque el país logró mantenerse fuera de la II guerra que arrasó casi toda Europa. El Cristo Rei está ubicado sobre el santuario del río Tejo y se trata de una escultura de 28 metros de altura sobre un pedestal de 75 metros compuesto por 4 pilares que representan los 4 puntos cardinales. Es obra del escultor Francisco Franco de Sousa y representa al Corazón de Jesús con los brazos abiertos sobre la capital portuguesa. En el interior hay un ascensor que permite subir a un espectacular mirador ubicado a los pies del Cristo. Las vistas del puente 25 de abril, de río Tejo y de Lisboa son espectaculares.
Después de la vista al Cristo Rei y a las maravillas y diáfanas vistas cada uno en Lisboa aprovechó para visitar lugares en los que aún no habían estado: subir al lcastillo de San Jorge, callejear por el barrio de Alfama, coger un tuk tuk para subirse al Barrio Alto, hacer las últimas compras y las últimas fotos…
Por la tarde ya de regreso al aeropuerto, después de una semana bien aprovechada, en buena compañía y con el recuerdo muy vivo de un país muy precioso.